lunes, 5 de julio de 2010

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RABINDRANATH TAGORE
Mis recuerdos - 1912

5/10
[mr.camping]



El cielo estaba nublado. Yo estaba jugando por la larga veranda que daba a la calle 7. De pronto, Satya, por alguna razón que no recuerdo, decidió asustarme gritando: «¡Policía, policía!». Mi noción de los deberes de un policía era vaga en extremo. Sin embargo, de una cosa estaba seguro: una vez en manos de uno de ellos, una persona culpada de un crimen desaparecería y no sería vista nunca más, tan cierto como un desgraciado al que atrapara un cocodrilo. No sabiendo cómo un chico inocente podía escapar a tan implacable castigo, huí a las habitaciones del interior8, mientras por la espalda me bajaban escalofríos de miedo ciego a los policías que me perseguían. Le comuniqué a mi madre la noticia de mi inminente perdición, sin embargo no pareció preocuparla mucho. A pesar de ello, no iba a correr ningún riesgo; me senté en el umbral de su puerta para leer el Ramayana, perteneciente a una vieja tía, con hojas con los picos curvados por el desgaste y una cubierta de papel veteado. Frente a mí se extendía la veranda que recorría los cuatro lados del patio interior, brillando con suavidad a la luz de un cielo cubierto al atardecer. Al encontrarme llorando a causa de una escena triste, mi tía abuela me quitó el libro.

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