sábado, 11 de diciembre de 2010

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ELOY FERNÁNDEZ PORTA
Afterpop. La literatura de la implosión mediática - 2007

5/10
[pompas]


Considérese el siguiente diálogo: “Últimamente la televisión es que es un asco. Ya no se puede ver nada.” “Pues no sé qué decirte, porque como yo realmente no la veo, no puedo opinar.” Esta escena, que se encuentra en una viñeta de la serie de Mauro Entrialgo Ángel Sefija, es muy representativa del debate cultural tal como realmente se plantea en nuestros días. En el cómic en cuesión el primer personaje tiene unos cincuenta años y lleva barba, gafas y pipa; el segundo tiene unos quince años menos y es representado con algún adminículo moderno (camiseta ingeniosa, perilla recortada, etc.). El primer personaje vive en la cultura pop, asume como una condena necesaria la exposición a sus medios y se siente obligado a repetir la cansina cantinela de la Escuela de Frankfurt acerca de la estupidez de la cultura de masas; el segundo sólo es un turista de la cultura pop, y cuando la visita escoge qué objetos de esa cultura le conciernen. El primer personaje es el que, sin haber haber leído narrativa reciente, echa pestes de los autores pop– aunque de hecho quizá podría entenderlos mejor que el segundoporque necesita ese elemento de oposición para sustentar su discurso. Lo que falta en la viñeta– lo que se presupone, la negación de la evidencia como recurso clásico de la comicidades precisamente la complicidad sobre la que se funda la respetabilidad cultural. Es a personajes como ése a quien debemos el gran malentendido contemporáneo acerca del tema que nos ocupa. Es él quien cree en Marías como garante de alta cultura y descree de otros autores connotados como poppies; por la mismas, es el tipo de lector que cuando lee un texto llamado Trivia Quiz decide que eso es una “imitación del Pop Quiz de David Foster Wallace”– sin pararse a considerar que antes de Wallace ha habido decenas de dibujantes de cómics, escritores y autores de prensa satírica que han usado el modelo del cuestionario.

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