lunes, 18 de enero de 2010

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JAMES M. CAIN

El cartero siempre llama dos veces - 1934


6/10

[mr. camping]


"Aquella noche, en la cena, el griego se enojó con ella porque no me dio más patatas fritas. El hombre quería que estuviese a gusto allí para que no me fuese, como lo habían hecho los otros.
- Sírvele más.
- Ahí están sobre el hornillo. ¿Es que no puede servirse él mismo?
- No importa –atajé-. Todavía no he acabado con esto.
Pero el griego insistió. De haber tenido un poco de seso, hubiera comprendido que detrás de aquello había algo, porque su mujer no era de las que dejan que uno se sirva solo. Pero era un pobre idiota y siguió refunfuñando. Estábamos sentados a la mesa de la cocina, él en un extremo y yo en medio. Yo no la miraba, pero veía su vestido. Era una de esas batas blancas de enfermera como las que siempre usan las mujeres, ya trabajen en el consultorio de un dentista o en una panadería. Había estado limpia por la mañana, pero ahora se hallaba un poco ajada y sucia. Nuevamente, volví a percibir su olor."

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